Como todo lo cargado de odio, resentimiento y maldad, el cine se quemó ayer.
Las llamas de odio se transformaron en fuego y destruyeron sus cimientos.
En las conductas megalomanas, el odio y el resentimiento generan más daño que el mismo fuego.
El Cine, fue la última expresión de La Vega Grande y La Vega Culta.
Ahí se conjugan grandes recuerdos de amor y besos interminables de adolescentes.
Ahí vi obras, la orquesta sinfónica nacional y el concierto de danzones interpretados por nuestra
«Centenaria banda de músicos».
El odio, el resentimiento y la maldad, llegaron exactamente a donde conducen esas conductas enfermas, al fuego.
Como varias generaciones, ahí lo vivimos todo.
La megalomanía, muchas veces no le importa nada, el único valor son sus resentimientos, sus falsas creencias y sus enfermas obsesiones.
Las tragedias de ayer, nos obliga a replantearnos la ciudad.
Sumidos en el dolor de una muerte injusta, se nos queman los recuerdos del «CINE TEATRO VEGA REAL».
Una comunidad consternada, impone un llamado serio de las autoridades, se impone sacar lo mejor de nosotros y ordenarnos.
Pero odio a su pueblo ha podido más.
Esas conductas enfermas hacen daños incalculables a sus comunidades y ninguna autoridad dice, ni hace nada.
La Vega se nos muere en las manos y no hacemos nada.
Es necesario hacer un encuentro serio, no cargado de política y reorientar La Vega.
Se nos termina el tiempo.
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