La Fuerza de Eliminación de las Pandillas (GSF, por sus siglas en inglés) en Haití, aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, debe ser liderada por países reconocidos por su «poderío militar», afirma en una entrevista con EFE el director ejecutivo del haitiano Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (CARDH), Gédéon Jean.
«En términos de percepción, se necesita de un Estado fuerte para liderar la fuerza. Se necesita una potencia para liderar la misión», declara el activista, quien no ve futuro alguno para la GSF solo con la participación de «pequeños países» del Caribe.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó el pasado 30 de septiembre la transición de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití (MSS, en inglés), creada en 2023 y en acción desde 2024 liderada por Kenia, en una GSF, una resolución impulsada por Estados Unidos junto a Panamá.
La GSF contará con hasta un máximo de 5.500 efectivos policiales o militares, asistidos por 50 civiles, y tendrá un mandato inicial de 12 meses.
Este anuncio que no ha generado el entusiasmo de los haitianos, quienes han visto fracasar misiones similares, incluida la MSS, que culminó su mandato el 2 de octubre y pretendía alcanzar los 2.500 integrantes, quedando finalmente en 970 miembros, en su inmensa mayoría (700 de ellos) procedentes de Kenia, que lideraba la iniciativa sobre el terreno.
«En primer lugar, corresponde al Gobierno haitiano adoptar medidas para resolver el problema de seguridad, es decir, abordar las causas fundamentales», porque «de lo contrario corremos el riesgo de tener el mismo problema», en referencia a las labores de la MSS y la Policía Haitiana, afirma Jean.









