Moscú hizo una amenaza desesperada el miércoles: derribará todos los misiles de crucero Tomahawk y destruirá sus sitios de lanzamiento si Estados Unidos se compromete a suministrar a Ucrania armas poderosas y de largo alcance que podrían destruir las refinerías de petróleo y las bases militares rusas.
Andrei Kartapolov, jefe del comité de defensa del parlamento ruso, aconsejó febrilmente al presidente Trump que mantenga los misiles (que tienen mucho más alcance que cualquier otro enviado hasta ahora por los aliados occidentales) fuera de Ucrania.
«Nuestra respuesta será dura, ambigua, mesurada y asimétrica», declaró Kartapolov a la agencia estatal de noticias RIA. «Encontraremos maneras de perjudicar a quienes nos causan problemas».

Kartapolov también afirmó que los Tomahawks, que según los expertos tienen el poder y el alcance para diezmar instalaciones militares y petroleras en el interior de Rusia, harán poco para cambiar el rumbo de la guerra.
“Conocemos muy bien estos misiles, cómo vuelan, cómo derribarlos; trabajamos con ellos en Siria, así que no hay nada nuevo”, dijo el legislador.
“Los únicos problemas serán para quienes los suministran y quienes los utilizan; ahí es donde estarán los problemas”, añadió Kartapolov, ofreciendo una amenaza directa a Estados Unidos.

La frenética amenaza de Moscú se produce mientras Trump señaló el lunes que estaba considerando activamente la solicitud del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky para los misiles de crucero de largo alcance.
Un alto funcionario del Congreso le dijo anteriormente a The Post que “enviar incluso un solo Tomahawk a Ucrania asustaría muchísimo a los rusos más que casi cualquier otra cosa que pudiéramos hacer”.









