La tierra ha temblado la madrugada del lunes en Turquía y Siria con una violencia apenas vista en el último siglo. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el terremoto ha alcanzado una magnitud 7,8 en la escala de Richter, reduciendo a escombros miles de edificios. Un segundo terremoto, que golpeó el lunes el sureste turco, registró una magnitud de 7,5, también según el organismo estadounidense. El número de víctimas mortales en los dos países supera los 4.300.
Las autoridades turcas han elevado el número de fallecidos a 2.921, que se suman a los muertos reportados en Siria. “No sabemos a cuánto se elevará [el número de] vidas pérdidas”, ha reconocido el presidente, Recep Tayyip Erdogan, debido a que todavía queda un gran número de personas entre los escombros de los más de 3.500 edificios que se han venido abajo y a las violentas réplicas y nuevos temblores que se están produciendo.
En Siria, un país castigado por más de 11 años de guerra civil, el número de víctimas ronda las 1.300. El Ministerio de Sanidad ha informado de 711 muertos y más de 1.400 heridos; mientras que en la zona del noroeste, que está en manos de los rebeldes enfrentados al Gobierno de Damasco, los muertos son 733, según información de los Cascos Blancos (la Defensa Civil Siria), con más de 2.000 heridos.
Se trata del mayor terremoto registrado en ambos países como mínimo en casi tres décadas, según sus respectivos observatorios sismológicos. Erdogan ha elevado mucho más la dimensión de lo ocurrido. Es, según las palabras del presidente, “la mayor tragedia del último siglo desde el terremoto de Erzincan, en 1939″, que dejó unos 30.000 muertos. Por ello, ha decretado siete días de luto nacional. El movimiento se ha sentido con fuerza en los países vecinos, entre los que se encuentran Líbano, Israel, Chipre y Jordania.